Hay muchas ocasiones en las que determinados síntomas esconden realmente trastornos del estado de ánimo y es normal que estas señales pasen desapercibidas para muchos padres o no las relacionen con un trastorno anímico.
Por ejemplo, no es extraño que una sucesión de rabietas esconda una depresión o que un adolescente que se queja de continuos dolores de cabeza tenga un problema anímico y lo esté somatizando (reflejando el sufrimiento psicológico en un dolor físico).
Entre los síntomas que pueden detectarse en un trastorno del estado de ánimo en niños y adolescentes están: